El genocidio invisible de los pueblos indígenas en Argentina

El genocidio invisible de los pueblos indígenas en Argentina

“Los pueblos indígenas siguen sufriendo distintas formas de violencia que configuran un genocidio”, asegura Mariana Giordano, investigadora independiente del CONICET y directora del Instituto de Investigaciones Geohistóricas (IIGHI, CONICET–UNNE). Desde hace casi 20 años, trabaja temáticas vinculadas a las comunidades del Gran Chaco Argentino, particularmente desde la historia del arte y los estudios visuales

De acuerdo a los datos del último Censo Nacional, del año 2010, en Argentina hay más de 950 mil personas que se autorreconocen como indígenas o descendiente de pueblos originarios. La provincia del Chaco tiene una de las comunidades más grandes del país, con grupos étnicos Qom, Wichí y Moqoit.

“La relevancia que adquieren estos sectores en la región es muy importante, por eso es indispensable que tanto el CONICET como las universidades ejecuten proyectos de investigación vinculados con estas comunidades”, señala Giordano, quien desde los inicios de su formación trabajó estas cuestiones, con una tesis doctoral acerca del discurso de la imagen del indígena chaqueño. Sus estudios después se orientaron hacia la fotografía, con imágenes de miembros de comunidades del Gran Chaco obtenidas por emisores de grupos hegemónicos durante los Siglos XIX y XX, incluyendo también regiones adyacentes de Paraguay y Bolivia.

El carácter interdisciplinario de estos trabajos, que vinculan la historia del arte y la antropología, conectaron de manera directa a la investigadora con las comunidades. “Estos procesos cambiaron totalmente mis perspectivas y esa interacción me permitió un diálogo muy fructífero y una posición diferente. Comencé a ubicarme en un espacio en el que los saberes no sólo provenían de la academia, sino que los saberes eran co-construidos con las mismas comunidades”, resalta Giordano.

Entre esos vínculos, se destaca el que construyó con Juan Chico, un historiador qom con el que realizó varios trabajos conjuntos y que hasta la ayudó a interpretar fotografías del antropólogo alemán  Roberto Lehmann Nitsche sobre la masacre de Napalpí. Los resultados de estos estudios de la imagen fueron tomados como prueba, en el marco de una causa que inició el fiscal federal de la ciudad de Resistencia, Diego Vigay, para declarar este hecho como crimen de lesa humanidad.

Estas colaboraciones fueron las que dieron origen al primer Seminario de Reflexión sobre el Genocidio Indígena, que se realizó en julio de 2017 y que convocó a referentes de la temática, provenientes de distintas instituciones, con los que se analizaron las masacres ocurridas en Argentina. El interés que despertó el encuentro del año pasado planteó la necesidad de ampliar la convocatoria en 2018, sumando nuevas perspectivas de análisis y contemplando el concepto de un genocidio que sigue latente en nuestro país.

“La lengua es otro de los mecanismos del genocidio indígena, tanto por la censura a la cual ha sido sometida como por el desplazamiento respecto de la lengua hegemónica, que en la Argentina es el español. Esos fenómenos no están anclados en el pasado, sino que continúan hasta el presente”, explica la investigadora asistente del CONICET en el IIGHI, Belén Carpio, quien hace más de una década estudia la morfosintaxis de lenguas en comunidades toba del oeste de Formosa y será otra de las participantes del seminario.

Durante su presentación, analizará las concepciones que, desde el sentido común y la academia, circulan acerca de qué son las lenguas indígenas y cómo muchas veces esa mirada las define más por sus carencias que por su valor. “Queremos plantear la reflexión de qué implican los procesos de estandarización, la escritura y las distintas situaciones que representan el desplazamiento lingüístico”, adelanta Carpio, que expondrá los resultados de sus investigaciones junto a Raúl González, investigador de la Universidad Nacional del Nordeste en el Núcleo de Estudios en Lenguas Minoritarias Americanas (NELMA) del IIGHI.

“Nuestro objetivo es hacer un aporte al reconocimiento de la diversidad lingüística. La importancia de mantener y desarrollar este tipo de trabajo de descripción de variedades tiene un alto valor en términos de la documentación lingüística y de valoración de la lengua para el propio pueblo. Hacer foco en una variedad y denominarla como los propios actores, da cuenta del respeto que como investigadores sociales debemos tener a la autoadscripción étnica”, resalta Carpio.

Otro de los aspectos desde los que se analizará el genocidio latente en los pueblos indígenas es el de la salud. “Comenzamos esta línea con el objetivo de reivindicar las cosmovisiones que tiene estas comunidades respecto a la salud y aportar elementos que permitan la formulación de políticas públicas que contemplen sus particularidades. Trabajamos con sus propias percepciones para atender esas necesidades”, explica Alejandra Fantín, investigadora independiente del CONICET en el IIGHI.

Después de haber realizado estudios en la frontera de Argentina y Paraguay y en circuitos del Gran Resistencia, sus trabajos como parte del Laboratorio de Tecnologías de la Información Geográfica se centraron en la atención primaria de la salud los barrios Mapic y Toba, en los que está nucleada la población indígena de la ciudad de Resistencia.

Durante el seminario, presentará un diagnóstico realizado en base a un estudio cualitativo, desarrollado en el marco de un proyecto de investigación con una cátedra universitaria, que permitió determinar el grado de satisfacción que tiene la población respecto a la atención de la salud. Estos elementos, que toman como base los datos de los censos nacionales, permiten determinar un índice de salud ambiental, que contempla distintas dimensiones. “Estos estudios nos dan herramientas para reivindicar sus visiones, después de tantos años en los que estos habitantes estuvieron oprimidos y no se los escuchó”, agrega.

Publicado en Conicet

Cómo las plantaciones de pinos modifican la fauna nativa

Cómo las plantaciones de pinos modifican la fauna nativa

Un reciente estudio realizado en la provincia de Misiones comprobó que las plantaciones de pinos -la principal especie producida en Argentina para la fabricación de papel y madera- están modificando la diversidad y composición de la fauna. Los resultados que permitieron llegar a esta conclusión fueron obtenidos después de comparar a las poblaciones de animales presentes en los bosques nativos con las de los que se encuentran en los cultivos forestales y revelaron que tanto los mamíferos como las aves se ven afectados.

La investigación, que fue publicada recientemente en la revista científica Forest Ecology and Managment, también incluye recomendaciones para mejorar los manejos de las plantaciones, con el objetivo de minimizar el impacto de la actividad foresto-industrial en los ecosistemas. Conservar la continuidad de los parches de bosque, mantener la conectividad con áreas protegidas y permitir el crecimiento de la vegetación bajo los pinos, son algunas de las prácticas integradas sugeridas por los científicos del Instituto de Biología Subtropical (IBS, CONICET – UNaM), que posibilitarían la protección del hábitat de especies amenazadas como el yaguareté o el tapir.

Una de las autoras del trabajo, la becaria doctoral del IBS María Eugenia Iezzi, explica que para realizar el estudio se analizó la biodiversidad encontrada en los bosques nativos y en las plantaciones forestales de la provincia de Misiones. “En ambas situaciones, comparamos la composición de todo el grupo de mamíferos, tanto grandes como medianos, y de las aves de suelo o de sotobosque, a través de registros que hicimos con cámaras trampa”, señala.

“Detectamos cambios tanto en el número como en la composición de especies de la fauna que habita ambos ambientes y comprobamos que la diversidad disminuye en las zonas de las plantaciones de pinos que se encuentran más alejadas de las grandes áreas protegidas de bosque”, afirma. El estudio también permitió identificar qué especies aparecen más en un tipo de ambiente con respecto al otro. Además, los resultados sugieren que la falta de vegetación debajo de los pinos tiene un efecto negativo, principalmente en la diversidad de aves y que la existencia de remanentes de bosque entre las plantaciones favorece a la conservación del ensamble de mamíferos nativos.

El trabajo, destaca la bióloga, permitió formular sugerencias de manejos más adecuados, que son frecuentes en este tipo de plantaciones pero que no se están aplicando en todos los establecimientos forestales de la provincia. Según aseguran los investigadores del IBS, las buenas prácticas de manejo podrían favorecer a la conservación de la fauna autóctona dentro de paisajes productivos.

“Plantar a menores densidades y dejar crecer la vegetación nativa en las plantaciones es una de las medidas que puede reducir el impacto de la actividad forestal”, detalla Iezzi. En Misiones, explica la autora, gran parte de la producción se destina a la industria de pasta celulósica para papel y los árboles se cultivan a muy poca distancia el uno del otro, mientras que los cultivos destinados a producción de madera son más espaciados, lo que genera un menor impacto.

Por otro lado, mantener fragmentos de bosque nativo entre las plantaciones forestales y asegurar su conectividad con las grandes áreas protegidas, es clave para mantener una alta diversidad de especies. “Otra de las acciones que proponemos es la de realizar controles y actividades de concientización para disminuir la cacería, tanto dentro de las empresas forestales como en las áreas protegidas, ya que esto favorecería a la conservación de los grandes mamíferos”, señala otra de las autoras del estudio, la becaria posdoctoral del CONICET en el IBS, Paula Cruz.

Según datos del Ministerio de Agroindustrias de la Nación, en Misiones hay más de 400 mil hectáreas cultivadas con forestaciones de pinos y eucaliptus, lo que representa un 14% de la superficie de la provincia. “Los resultados de este estudio permiten hacer recomendaciones de mejores prácticas de manejo foresto-industriales, favoreciendo a la conservación de mamíferos y aves del bosque nativo en la provincia, uno de los mayores relictos del Bosque Atlántico, que es una de las eco regiones de mayor biodiversidad a nivel mundial y que se extiende por parte de Brasil y Paraguay”, destaca el investigador adjunto del CONICET en el IBS, Carlos De Ángelo.

Este y otros estudios del IBS en Puerto Iguazú se vinculan con el recientemente creado Observatorio de Biodiversidad del Bosque Atlántico, un proyecto institucional que busca entender y monitorear a largo plazo los impactos de las actividades humanas sobre los ecosistemas y las especies nativas de la selva misionera. Para la recolección y el procesamiento de datos, los científicos del CONICET contaron con la colaboración y el apoyo del Ministerio de Ecología y Recursos Naturales Renovables de Misiones, de la Asociación Civil Centro de Investigaciones del Bosque Atlántico (CeIBA), de la Unidad para el Cambio Rural del Ministerio de Agroindustria y del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación.

Publicado en CONICET

Advierten sobre el riesgo de más atropellamientos de yaguaretés

Advierten sobre el riesgo de más atropellamientos de yaguaretés

La muerte de un ejemplar de la especie amenazada en Argentina, renovó el alerta por la falta de medidas de protección en rutas que atraviesan áreas críticas para su conservación.

El caso de la yaguareté preñada que murió en Misiones tras ser atropellada en una ruta provincial renovó el alerta por la falta de medidas viales que colaboren con las estrategias de conservación de la especie. En distintos estudios realizados por investigadores del Conicet en la región, se advirtió acerca del peligro que representan los cruces viales en zonas protegidas y se sugirieron distintas acciones para evitar estos casos.

Aunque ya se implementaron mejoras en materia de señalización vial, la colocación de dispositivos para la disminución de la velocidad de los vehículos en puntos críticos, siguen pendientes. Los científicos señalan que, si no se avanza con estas obras de manera urgente, habrá más yaguaretés atropellados.

Los últimos relevamientos realizados por equipos del Instituto de Biología Subtropical (IBS, Conicet – UNaM) revelaron que, después de distintas acciones de conservación de la especie, las poblaciones en la provincia de Misiones y áreas vecinas de Brasil-, se están recuperando y que hay más ejemplares viviendo en la selva. “El modelo de viabilidad poblacional que desarrollamos hace varios años, predecía que si la población se recuperaba por mejores medidas de protección, los atropellamientos pasarían a ser una grave amenaza para estos estos animales, y es lo que estamos viendo”, advierte Agustín Paviolo, investigador adjunto del Conicet y miembro del Proyecto Yaguareté.

En un estudio publicado en 2017 en la revista Animal Conservation, investigadores del IBS y del Joint Research Centre (JRC), de Italia; analizaron las principales zonas para conservar la especie y diseñaron estrategias para mejorar el hábitat y recuperar la población. En esa investigación, en la que se aplicaron métodos analíticos de conectividad, se determinó que algunos de los parches de poblaciones más importantes estaban atravesados por rutas y que existía un riesgo latente de que mueran atropellados. El lugar donde fue atropellada la yaguareté, la Ruta Provincia Nº 19 a la altura del cruce del Parque Provincial Uruguay, había sido identificada por los investigadores como uno de los puntos de mayor riesgo. Otra de las áreas críticas, señalan, son las Rutas Nacionales Nº 12 y 101, en el tramo que atraviesan el Parque Nacional Iguazú y el Parque Provincial Puerto Península.

“En los últimos 6 años, tenemos registros de cuatro casos de atropellamientos de yaguaretés en estos puntos”, indica Carlos De Angelo también investigador adjunto del Conicet en el IBS.

Aunque considera que en el último tiempo se mejoró la señalización de la zona indicando que de estos animales, el investigador opina que se requieren un mayor compromiso por parte de la población que transita por la zona y la adopción de medidas que obliguen a reducir la velocidad.

“Es urgente que organismos como la Dirección Nacional de Vialidad y la Dirección Provincial de Vialidad de Misiones desarrollen obras, así como la implementación de mayores controles en las rutas”, señala De Angelo. Las acciones requeridas van desde grandes obras de infraestructura que requieren importantes inversiones, como pasafaunas y ecoductos, hasta sencillas cuestiones técnicas, como la colocación de radares, bastones separadores de calzadas, lomadas u otros métodos para la disminución de la velocidad de los automovilistas.

El impacto en la población

Los datos de la necropsia que se le realizó a la yaguareté que murió tras ser atropellada indican que tendría entre 4 y 5 años. “Estas hembras son los individuos que tienen mayor valor dentro de la población, porque ya pasaron su la etapa crítica de desarrollo, en el que se registra una tasa de mortalidad más alta, y están listas para empezar a reproducirse por varios años”, explica Agustín Paviolo, especialista en ecología poblacional. El ejemplar estaba cursando un embarazo avanzado y en pocas semanas iba a parir dos cachorros. Por su edad, se estima que se trataría de su primera camada. “Es una pérdida muy grande para el patrimonio natural de Argentina”, finaliza Paviolo.

Publicado en Diario El Popular

Biomateriales, la ciencia de convertir desechos en materias primas

Biomateriales, la ciencia de convertir desechos en materias primas

La madera es la fuente de una cantidad innumerable de productos. Aprovechar hasta el último gramo de esta poderosa sustancia natural es el objetivo con el que trabajan investigadores del CONICET en Misiones, la provincia forestal argentina por excelencia, en la que más de 300 mil hectáreas están cultivadas con distintas especies leñosas.

Pioneros en el desarrollo de técnicas de biorrefinería, los miembros el Programa de Celulosa y Papel (PROCYP) del Instituto de Materiales de Misiones (IMAM, CONICET – UNaM), estudian desde la década del 90 distintos tipos de biomateriales que pueden producirse a partir de la madera. Algunos de sus proyectos -por los que son reconocidos en distintos países del mundo- consisten en la obtención de bioplásticos para impresiones 3Dnanocelulosa para reforzar papeles de embalaje, vainillina para uso en repostería e hidrogeles para la industria cosmética.

El objetivo de los científicos es desarrollar productos completamente biodegradables, obtenidos a partir de recursos renovables que están disponibles y son abundantes en la región del nordeste argentino.

Una de las principales ventajas que presentan los bioproductos en cuanto a sustentabilidad es que pueden reemplazar a los derivados del petróleo que se emplean en la fabricación de plásticos y de productos cosméticos. “Los biomateriales son productos sólidos, como la nanocelulosa, la celulosa microfibrilada, las pulpas de disolución, que son pulpas de celulosa que se pueden disolver para fabricar viscosa, una fibra textil. La madera, principalmente la de estas especies leñosas, son fuente de una variedad innumerable de productos”, explica María Cristina Area, investigadora independiente del CONICET y directora del PROCYP.

El uso de materias primas locales es una de las premisas del grupo de investigación. “En Misiones y Corrientes, una de las especies más plantadas es el pino y su aserrín es una materia muy abundante. Es un residuo que genera la industria forestal, que se podría aprovechar de manera integrada, con otras industrias”, resalta.

La línea de estudio que se desarrollo es Misiones es única en el mundo. Si bien existen otras investigaciones sobre pinos, las especies que se plantan en Argentina (Pinus elliottii y Pinus taeda), tienen características particulares distintas a las de otras coníferas del hemisferio norte. “Es una materia prima bastante difícil, lo que hace que no sea eficiente la aplicación de los procesos que se están usando en otros lugares del mundo. Eso nos obliga a utilizar otras tecnologías de tratamiento y hace que nuestro trabajo sea muy interesante para otros grupos de investigación”, comenta Area, al tiempo que destaca la importancia del trabajo en red con otros países, como Alemania, Finlandia, España, Portugal, Chile y Perú, entre otros.

Una de las propuestas más avanzadas del grupo consiste en la fabricación de un hidrogel de nanocelulosa que permitirá obtener mayor resistencia en papeles de embalaje, que es uno de los tipos de papel que más se produce internacionalmente.  “Estamos probando distintos métodos para aplicar el hidrogel, en distintos momentos de la fabricación del papel, analizando en qué instancia se obtiene mayor resistencia”, explica Nanci Ehman, becaria doctoral en el IMAM, quien destaca que, además de los ensayos de laboratorio, también realizarán pruebas directamente con fabricantes, a nivel industrial, lo que acelerará la aplicación directa de los resultados de estas investigaciones.

El proceso es rápido y en menos de 5 horas se puede obtener biogel a partir de aserrín de pino o eucalipto con un consumo moderado de energía, lo cual  es otro factor que contribuye al carácter ecológico de este producto.

El hidrogel también podría ser un componente ideal para la fabricación de productos cosméticos cien por ciento biodegradables. Hacia ese objetivo se orientan algunos de los proyectos del grupo para 2018. “Tenemos varias ideas, que van desde repelentes hasta alcohol en gel y otro tipo de cremas”, adelantó Area.

Publicado en CONICET

Insectos comestibles: estudian la práctica ancestral de criar larvas

Insectos comestibles: estudian la práctica ancestral de criar larvas

Comer un plato de insectos puede parecer una práctica exótica, algo a lo que sólo se animan osados aventureros que viajan a países lejanos y quieren probar una nueva experiencia culinaria. Sin embargo, la crianza y el consumo de larvas como alimento es una costumbre ancestral que existe en Argentina y que se conserva en las comunidades guaraníes de la provincia de Misiones.

Por primera vez en la región, investigadores del CONICET describieron los métodos que miembros de pueblos originarios aplican sistemáticamente para criar y usar larvas de escarabajo. El estudio, recientemente publicado en la revista Ethnobiology and Conservation, fue desarrollado por equipos del Instituto de Biología Subtropical (IBS, CONICET – UNaM) y del Instituto de Botánica del Nordeste (IBONE, CONICET – UNNE) y se centró en el manejo de tres especies de estos insectos, que son criados en palmeras Syagrus romanzofiana, conocidas popularmente como pindó.

Luego de un trabajo intensivo con las comunidades, que demandó más de una decena de viajes de campo en la selva misionera, los científicos determinaron que el uso de larvas comestibles no consiste sólo en la mera recolección y cocción de insectos. Se trata de una actividad que es planificada durante meses y que tiene en cuenta diversos factores: el estado de crecimiento de la palmera, las estaciones del año, las fases lunares y las técnicas de manipulación. Estas características, señalan los investigadores, reflejan la concepción holística de los guaraníes acerca de la relación entre la planta huésped, los insectos y el ambiente.

“Aunque la cría se realiza en distintos tipos de árboles, el más habitual es el pindó porque es muy abundante en la región. Es una especie que tiene múltiples usos, que van desde la construcción hasta la fabricación de preparados medicinales. Todo eso genera que tenga un valor muy alto para las comunidades”, explica Jorge Justino Araujo, becario del IBS que estudia el aprovechamiento de larvas comestibles entre los guaraníes de la provincia de Misiones.

En el trabajo, desarrollado como parte de su tesis de doctorado, se identificaron los manejos que se realizan en cinco distintos estadios del crecimiento de la palma para promover la cría de tres especies de larvas comestibles. El uso de una de ellas como alimento, la Metamasius hemipterus, fue descripto por primera vez en este artículo.

Una práctica ancestral

El consumo de insectos como alimentos es una práctica extendida en poblaciones rurales de todo el mundo y hay registros de más de 1.800 especies consumidas en más de 3 mil grupos étnicos. Los primeros reportes de guaraníes cultivando larvas de escarabajo en palmeras y otras especies de árboles son de fines del 1800. En sus artículos, los investigadores de la época mencionaban que las llamaban “tambú” y que usaban vasijas de barro, calabazas, troncos o cañas huecas para transportarlas desde el bosque hasta sus ambientes domésticos.

Los guaraníes son una de las comunidades originarias más numerosas de Sudamérica. De acuerdo a datos de 2015 del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), en la provincia de Misiones hay más de 13 mil habitantes que pertenecen a este grupo, distribuidos en unas 100 localidades. Para este estudio, los investigadores trabajaron con cuatro comunidades ubicadas en cercanías a Eldorado, El Soberbio y en la Reserva de Biósfera Yabotí.

“En otros países como Tailandia, México o Perú, el consumo de larvas no es una práctica exclusiva de comunidades rurales o de pueblos originarios. Está más extendida al resto la sociedad. Incluso se comercializan platos con insectos en lugares a los que van muchos turistas. Es tan común como la venta de chipa en nuestras provincias del norte”, explica Araujo, quien destaca el buen sabor que tienen estos insectos.

Para cocinar las larvas, los guaraníes las fríen en su propio aceite. El primer paso es retirarles el aparato bucal, lo que permite que liberen su aceite natural, en el que las calientan al fuego o a las brasas durante pocos minutos. Ese mismo aceite, menciona el investigador, también es utilizado con fines medicinales.

“Este tipo de estudios no sólo nos permite conocer el uso que hacen estos pueblos de la naturaleza y sus recursos, sino también crear registros para recuperar estas prácticas culturales y conservarlas para el futuro”, resalta Araujo.

Publicado en CONICET

Parásitos: proponen nuevo enfoque para tratar infecciones infantiles

Parásitos: proponen nuevo enfoque para tratar infecciones infantiles

Anemia, pérdida de peso y déficit de atención son sólo algunas de las consecuencias de la parasitosis intestinal, una infección subdiagnosticada que, a largo plazo, causa un deterioro general en el estado de salud infantil. Un estudio de investigadores de CONICET realizado en Puerto Iguazú -una ciudad de la provincia de Misiones ubicada en la zona de la Triple Frontera con Brasil y Paraguay-, determinó que más del 50% de los chicos menores de 15 años tiene parásitos, e identificó vínculos entre estos diagnósticos y la falta de acceso a agua segura, el hacinamiento y la falta de higiene.

Además de los exámenes clínicos que fueron realizados a más de 450 niños, el relevamiento incluyó cuestionarios acerca de factores ambientales y sociales, y también se analizaron muestras de heces de perros y del suelo. El estudio representa el mayor relevamiento de este tipo desarrollado en la región, una de las que presenta mayores índices de pobreza y desigualdad de Argentina, y fue publicado recientemente en la revista PLOS Neglected Tropical Diseases.

Los resultados de este trabajo, destacan sus autores, revelan la importancia de considerar simultáneamente múltiples niveles de determinantes para entender la prevalencia y la propagación de los parásitos intestinales en poblaciones vulnerables de Argentina. “Analizar la contaminación ambiental con estructuras parasitarias permitió evidenciar perfiles compartidos entre los niños y su entorno cotidiano. Es una forma indirecta de conocer qué grupos desafían la salud infantil en diferentes regiones”, señala Romina Rivero, investigadora asistente del CONICET en el Instituto Nacional de Medicina Tropical (INMET) del Ministerio de Salud de la Nación.

Los altos índices de infestación detectados pueden ser explicados a través del análisis combinado de cuestiones referidas al niño y a su familia, así como también a las relacionadas a deficiencias estructurales y de servicios básicos en las que residen. Según reveló la encuesta, más del 40% de los participantes del estudio no contaba con acceso a agua segura ni con redes cloacales adecuadas. Además, más del 20% convivía con animales de granja y el 80% tenía perros como mascotas.

“Si bien los casos de parasitosis solían estar más ligados a zonas rurales, estos resultados muestran la alta incidencia de la enfermedad en entornos urbanos. Esto puede atribuirse a que en las últimas décadas, el movimiento de las poblaciones supera la capacidad de organización de las ciudades, no da tiempo a que el proceso sea acompañado por las mejoras de infraestructura básica. Esto genera ambientes cada vez más precarios”, detalla Rivero, quien durante una reciente estancia en la Universidad de Florida se formó en el abordaje de enfermedades desde una perspectiva ambiental, junto al equipo del investigador Song Liang. El enfoque “Una Salud”, bajo el cual fue diseñado el estudio realizado en Iguazú, impulsa una visión que contempla la interrelación entre la salud y el bienestar humano, animal y ambiental.

Los datos obtenidos a través de los diagnósticos de contaminación ambiental y de infección infantil permitieron crear mapas de riesgo en la ciudad de Puerto Iguazú –considerada un área clave por su emplazamiento y dinámica social-, identificando las que requieren acciones a corto, mediano y largo plazo. Esta etapa del trabajo fue realizada mediante el uso de sistemas de información geográfica, en colaboración con el investigador asistente del CONICET en el Instituto de Biología Subtropical (IBS, CONICET – UNaM), Carlos De Angelo.

Realizar relevamientos integrales de este tipo, señalan los investigadores en las conclusiones del estudio, es clave para entender y manejar las parasitosis intestinales. Este enfoque, que incluye el trabajo interdisciplinario de diversos grupos de la región, puede ser replicado para otras enfermedades tropicales desatendidas.

Publicado en todociencia.com.ar

Descubrieron una nueva especie de escorpión en Corrientes

Descubrieron una nueva especie de escorpión en Corrientes

Investigadores del CONICET describieron a Tityus curupi, una variedad hallada en el Paraje Tres Cerros que pertenece a un grupo que no tenía registro fuera de la región andina y de Uruguay.

Un grupo de investigadores del CONICET descubrió en Corrientes una nueva especie de escorpión: el Tityus curupi. Este hallazgo tiene una gran importancia biogeográfica, ya que no existían registros del grupo al que pertenece fuera de la zona norte de la cordillera de los Andes y de Uruguay.

El descubrimiento ocurrió en Tres Cerros, un paraje ubicado al este de la provincia, que cuenta con una amplia biodiversidad que está siendo estudiada por científicos de distintos lugares del país. La primera descripción del alacrán fue publicada en un artículo de la revista PLOS.one.

Una de las particularidades que presenta esta nueva especie es su distribución. “No es habitual que dentro del género Tityus encontremos ejemplares entre rocas, porque generalmente habitan áreas más bajas. Sin embargo, este escorpión aparece exclusivamente en zonas rocosas arriba de los cerros, pero no en los alrededores”, señala el investigador adjunto del CONICET en el Museo Argentino de Ciencias Nacionales “Bernardino Rivadavia” (MACN, CONICET), Andrés Ojanguren.

Las diferencias entre el nuevo alacrán y otros del mismo género fue detectadas en las primeras observaciones que realizaron los equipos del Museo, luego de que recibieran ejemplares recolectados en Corrientes. Posteriormente, se realizaron análisis moleculares que comprobaron que se trataba de una especie completamente distinta desde el punto de vista genético.

Aunque esta característica aún no fue explorada, los investigadores estiman que el veneno del Tityus curupi –denominado así en referencia a un personaje mitológico guaraní- no es muy tóxico. “Pertenece al grupo de especies denominado bolivianus, que no incluye especies peligrosas como, por ejemplo, Tityus trivittaus”, explica Ojanguren.

La presencia de este alacrán en Corrientes es particularmente llamativa, ya que representa el primer registro de este grupo en tierras bajas al oeste de Río Uruguay. “Es otra muestra de la gran biodiversidad que existe en los Tres Cerros, que es una zona en la que en los últimos años registramos un gran número de especies endémicas, tanto animales como vegetales”, destaca otro de los autores del estudio, el investigador asistente del CONICET en la Facultad de Ciencias Exactas, Naturales y de Agrimensura de la Universidad Nacional del Nordeste, Rodrigo Cajade.

Además de los trabajos que realizan investigadores de la región del Nordeste para contribuir al conocimiento de la fauna y los ecosistemas de los cerros, distintos grupos del MACN y de otras instituciones realizaron exploraciones en los Tres Cerros. “Desde la primera campaña, que fue la que organizamos para ir a buscar a este escorpión, encontramos muchos elementos interesantes y está previsto seguir con varias líneas de investigación allí, como una que tiene que ver con solífugos, que son otro orden de arácnidos. También hay indicios de que habría otras especies endémicas. Tenemos mucho por seguir buscando en Corrientes”, finaliza Ojanguren.

Publicado en Argentina Ambiental

Monos en riesgo: tienen menor diversidad y podrían ser más vulnerables a la fiebre amarilla

Monos en riesgo: tienen menor diversidad y podrían ser más vulnerables a la fiebre amarilla



Un estudio detectó que las poblaciones de carayá –la especie más común de Argentina- están reducidas y empobrecidas genéticamente. Recomiendan aumentar su grado de alerta y adoptar medidas de conservación.

Las poblaciones de monos carayá –la especie más extendida en Argentina- están reducidas y tienen poca variabilidad genética, según determinó un nuevo estudio de investigadores del CONICET. Esta situación podría ser la causa de que presenten una mayor susceptibilidad a la fiebre amarilla, una enfermedad selvática que se registra de manera recurrente en Sudamérica y que también afecta a humanos.

La investigación, que fue publicada hoy en la revista PLOS One, se centró en animales de la región noreste de Argentina y del sur de Paraguay. Los autores del trabajo destacan la necesidad de declarar a la especie Alouatta caraya como “Vulnerable” y proponen estrategias de manejo y conservación.

La subsistencia de éstos y otros monos que habitan en la región se ve dificultada por las mismas causas que afectan a distintos mamíferos, como el yaguareté. “La deforestaciónresultante de la agricultura y ganadería a gran escala y las inundaciones de bosques ribereños para la construcción de represas, son algunos de los factores que causaron el deterioro del hábitat de la especie. A eso también se suma tráfico de fauna para comercio de mascotas y la cacería”, señala la investigadora adjunta del Instituto de Biología Subtropical (IBS, CONICET – UNAM), Luciana Oklander, primera autora del estudio, del que también participaron grupos del Centro de Bioinvestigaciones (CEBIO, UNNOBA – CONICET) y del Servicio de Huellas Digitales Genéticas, Facultad de Farmacia y Bioquímica, Universidad de Buenos Aires (UBA).

Además de la importante función que cumplen de cada uno de los animales que componen el ecosistema selvático, los monos desempeñan un rol epidemiológico clave para el abordaje de la fiebre amarilla. Son considerados “centinelas”, que alertan sobre los brotes que ocurren en la selva y que pueden llegar a zonas urbanas a través de picaduras de mosquitos. La aparición de animales muertos es la primera señal de que el virus que causa la enfermedad está circulando y que es necesario extremar las medidas de prevención, como la vacunación.

En uno de los grupos analizados por los investigadores se detectó un alto índice de endogamia, es decir, de parentesco entre los individuos que se reproducen. Esta población fue posteriormente diezmada por un brote de fiebre amarilla, lo que podría establecer una relación causal entre la escasa variabilidad genética y la susceptibilidad a la enfermedad.

“Las poblaciones estudiadas tienen un tamaño efectivo reducido y pueden estar empobrecidas genéticamente para hacer frente a eventos como futuros brotes de fiebre amarilla, que podrían afectar rápidamente a todos los individuos. Más allá del riesgo ecológico que implica perder a estos monos, también se generaría una situación de riesgo para la salud humana”, advierte Oklander.

Para analizar la estructura genética de los carayás – que son monos aulladores que presentan pelaje negro en los machos y dorado en las hembras-, los investigadores recolectaron materiales de las distintas poblaciones. “Trabajamos mayormente con muestras de materia fecal, que son no invasivas y nos permiten estudiar a los animales sin capturarlos ni dañarlos. Las procesamos en laboratorios de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA y extrajimos el ADN para dos tipos de amplificaciones. Por una parte, el ADN mitocondrial nos permitió determinar el linaje materno y la estructura genética en tiempos más lejanos. Por otro lado, analizamos el ADN nuclear mediante el estudio de microsatélites, que nos permitió estudiar el parentesco entre los individuos y detectar endogamia”, detalla Oklander.

Más protección

La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) es la institución más importante para determinar el grado de amenaza de una especie y considera que los monos carayá están en un nivel de “menor preocupación” a escala mundial. “De acuerdo a los resultados de nuestra investigación, consideramos que esa clasificación subestima el estado en el que se encuentran las poblaciones remanentes, por lo que proponemos una reclasificación del estatus global de la especie a “vulnerable””, señala Carolina Miño, investigadora asistente del CONICET en el IBS y otra de las autoras del artículo.

“Confiamos en que este estudio será una herramienta importante para que proteja a la especie. Esto va a permitir que se pueda trabajar con distintos organismos del estado y otras asociaciones para establecer políticas de manejo de las poblaciones y acciones para mejorar el hábitat deteriorado”, finaliza.

Publicado en CONICET
https://www.conicet.gov.ar/monos-en-riesgo-tienen-menor-diversidad-genetica-y-podrian-ser-mas-vulnerables-a-la-fiebre-amarilla/

Vacunas: cuando cuestionarlas sin evidencia genera riesgos

Vacunas: cuando cuestionarlas sin evidencia genera riesgos

Argentina tuvo su primera gran polémica generada por un grupo antivacunas. Ocurrió la semana pasada, cuando la diputada Paula Urroz, de Unión Pro, presentó ante el Congreso de la Nación un proyecto que impulsaba la creación de un sistema de consentimiento informado para la vacunación, en clara contradicción con la obligatoriedad establecida por ley desde 1983. 

La iniciativa fue rápidamente rechazada por la comunidad médica y académica, e incluso por el propio bloque oficialista que – en un comunicado – sostuvo que el proyecto respondía a una “iniciativa individual”. Sin embargo, el hecho visibilizó un fenómeno que ocurre en varios países del mundo: la influencia que ejercen sectores que, con escasos fundamentos científicos, cuestionan la efectividad de las vacunas como herramientas para el control de enfermedades. Un bien social 
En la apertura del debate, la infectóloga integrante de la comisión directiva de la SADI ex directora del Programa de Inmunizaciones de Ministerio de Salud de la Nación, Carla Vizzotti, explicó por qué las vacunas son obligatorias en Argentina y en otros países de Latinoamérica. “Son consideradas un bien social, que está por encima de lo individual. La persona que recibe una vacuna se beneficia en forma directa y de manera indirecta, a toda su comunidad. Si logramos los niveles de cobertura que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS), que son del 95% de la población objetivo, ante un evento determinado de una enfermedad toda la población va a estar protegida, porque no van a haber individuos susceptibles y la cadena de transmisión se va a cortar. Ese es un plus que tiene las vacunas: la solidaridad”, dijo. 

La ex funcionaria de la cartera sanitaria también destacó el hecho de que cada una de las vacunas que son incluidas en el calendario nacional son sometidas a un proceso complejo de evaluación, basado en evidencias, que está a cargo de especialistas que hacen monitoreos específicos. “También hay una comisión de seguridad, que analiza todos los efectos adversos y los clasifican. Es decir, que para tomar cada una de esas decisiones se ponen en la balanza muchos ejes”, aseguró. 

Respecto a la proliferación de grupos que cuestionan la seguridad de esta política de salud pública, la especialista consideró que Argentina está en un momento clave para revertir el posible impacto que pueden tener. “Hay países en los que ese perdió la confianza a las vacunas por movimientos basados en escasos contenidos científicos. Tenemos que trabajar todos juntos para que eso no pase acá y eso se logrará instalando el mensaje de que el riesgo de morir o tener graves consecuencias por contraer la enfermedad es muchísimo más alto que el de experimentar un efecto adverso asociado”, resaltó Vizotti. 

Respuestas oportunas
Otro de los participantes de la mesa de debate fue el investigador y pediatra infectólogo chileno Miguel O’Ryan, quien repasó las dificultades que se atravesaron en su país cuando en 2014, el Congreso aprobó una ley que establecía la prohibición del uso de vacunas que contengan timerosal. Este componente, que es un conservante que se usa en formulaciones multidosis, fue asociado con casos de autismo en estudios que fueron refutados por otras investigaciones. 

“Desde las sociedades científicas impulsamos múltiples reuniones con los grupos antivacunas para poder llegar a un acuerdo. Finalmente, se logró el veto presidencial en base a un nuevo informe que comprueba que no hay evidencia científica que demuestre la relación entre el Timerosal y el autismo”, repasó durante su ponencia. 

Para O’Ryan, la principal lección que dejó el caso chileno para el resto de Latinoamérica tiene que ver con la importancia de que la respuesta por parte de la comunidad académica y médica sea oportuna. La pasividad de estos sectores, consideró, fue lo que permitió el avance de los proyectos legislativos con escasos fundamentos. 

“Los médicos con posturas antivacunas deben ser identificados y confrontados por sus pares. No pueden rechazar una herramienta basada en la ciencia. Son profesionales que tienen un título que está sustentado en principios científicos. No se debe aceptar que sostengan que su pensamiento es más válido que la evidencia que sustenta su titulación”, opinó. 

Comunicación efectiva
La directora emérita de la Organización Panamericana de la Salud (OPS/OMS), Mirta Roses, también integró el panel y advirtió sobre las precauciones que hay que tener para trabajar con los grupos que cuestionan la vacunación. “Hay que escuchar y entender las posiciones en contra y encontrar vías de diálogo, basadas en buenos argumentos científicos”, recomendó y destacó la importancia de mantener la transparencia de los registros públicos, con canales efectivos para que los médicos y enfermeros denuncien reacciones adversas. 

“Debemos hacer hincapié en que las vacunas cubren un espectro muy amplio de enfermedades y hablar sobre ellas como un acto de amor, que supera a nuestro egoísmo y apela a nuestro altruismo”, propuso Roses.

Por su parte, la doctora en Biología Molecular y docente de la UBA, Guadalupe Nogués, se centró en la importancia de desarrollar estrategias de comunicación efectiva desde el estado y a través de la comunidad médica, que estén especialmente orientadas hacia los grupos que tienen cuestionamientos. “Las personas que se oponen a las vacunas no son todas iguales. Tienen distintas preocupaciones y deben existir diferentes formas de comunicarnos con ellas, pero hay algo que tienen en común, que es la resistencia a la evidencia científica”, consideró. 

En su presentación, aseguró que “los grupos antivacunas son un claro ejemplo de la posverdad: son personas que tienen la información, pero eligen hacerla a un lado”. “Las evidencias no importan tanto y eso genera un gran desafío para lograr una comunicación efectiva. Hay pocos antecedentes sobre el tema, principalmente en países anglosajones, pero es un buen momento para que en Argentina se empiece a trabajar con ese objetivo”, opinó la bióloga.

Publicada en El Litoral