Yateí: la abeja nativa que cura, alimenta y conserva el ambiente

Yateí: la abeja nativa que cura, alimenta y conserva el ambiente

Su miel fue incorporada al Código Alimentario Argentino y se consolidará como un recurso genuino de las comunidades del norte del país. A través de la etnobiología, investigadores del CONICET estudian sus usos e importancia cultural.

Hasta hace pocos meses, el Código Alimentario Argentino indicaba que miel era el producto proveniente de las abejas obreras, haciendo referencia a la especie Apis mellífera, originaria de Europa y distribuida en todo el mundo. Una reciente modificación incorporó a esta categoría a la sustancia que producen las meliponas Tetragonisca fiebrigi, conocidas popularmente como yateí o rubita, convirtiéndola en un recurso genuino para múltiples comunidades del norte del país que crían y utilizan estos insectos desde hace varios siglos.

La miel de las abejas nativas sin aguijón es usada como medicina y como alimento, tanto por grupos de pueblos originarios como por descendientes de inmigrantes, según reportaron diversos estudios realizados durante la última década por investigadores del CONICET en distintas provincias. Además de resaltar su importancia cultural y nutricional, aseguran que mantener y valorizar la cría de meliponas podrá ayudar a la conservación del ambiente, mediante la preservación de fragmentos de bosques nativos que, a su vez, servirán de soporte para la recuperación de especies. 

Para lograr la incorporación de la miel de yateí al Código nacional, fueron necesarias múltiples acciones provenientes de distintos sectores comunitarios, gubernamentales y académicos. “Requirió un trabajo de equipo multidisciplinario, que fue muy largo e intenso, similar al que hacen estas abejas para producir su miel”, compara la investigadora independiente del CONICET en el Instituto de Biología Subtropical (IBS, CONICET – UNaM)Norma Hilgert. 

Es que para producir apenas un litro de miel, una colonia compuesta por 5 mil abejas trabaja todo un año. Esto convierte a la producción de las yateí en un bien sumamente preciado para las comunidades, donde la utilizan selectivamente para fines específicos o la comercializan a más de 100 dólares por litro

De acuerdo al grupo cultural y a la especie de abeja que prospere en cada ambiente, en los estudios realizados por investigadores del CONICET se han reportado más de 400 usos distintos de las mieles -solas o combinadas con plantas-, que van desde el tratamiento de infecciones en la piel o en el sistema respiratorio hasta la cura de cataratas. “También se la utiliza como un suplemento para fortalecer el sistema inmunológico de los niños. Por ejemplo, es muy frecuente darles a los niños una cucharadita de miel de yateí antes de ir a la escuela”, comenta Hilgert, quien desde hace varios años se involucró en estudios vinculados a las meliponas nativas desde la etnobiología

Una miel por cada región

En Argentina, las meliponas están distribuidas principalmente en las provincias del Norte, llegando incluso hasta algunas regiones de Catamarca y Buenos Aires. Misiones es la que tiene mayor trayectoria en el aprovechamiento de este recurso y hace más de 30 años promueve talleres sobre el manejo de las abejas en los que, junto a los pobladores, se definen las mejores prácticas de cría, se establecen los métodos para mudar un nido desde un árbol a una caja y se evalúa cuál es el momento más adecuado para iniciar la cosecha. 

Pese a esta vasta experiencia, los emprendimientos vinculados a la miel de yateí no lograron el desarrollo esperado en las últimas décadas porque la producción no podía comercializarse formalmente. La incorporación al Código es el primer paso para lograr las certificaciones y registros necesarios para que se pueda vender en mercados oficiales. 

La próxima instancia en el proceso de valorización de la producción melífera, explican los investigadores, es la caracterización por regiones. “Tenemos evidencia de que estas abejas prefieren la flora nativa y que particularmente usan el néctar de especies frutales silvestres que, a su vez, se emplean para hacer dulces. Con un trabajo organizado, se van a poder obtener no sólo mermeladas regionales, sino también mieles exclusivas de cada zona”, agrega Hilgert. 

Además, adelanta que está previsto que se registren mieles de otras cuatro especies de meliponas, características de otros ambientes y valoradas por diferentes grupos culturales. “Uno de los objetivos es que estos recursos puedan convertirse en un ingreso más para el sistema diversificado que tienen los productores locales, que en sus chacras se dedican a distintos cultivos y hacen un aprovechamiento integral. De esa manera, se potencian las economías nativas sustentables y se fortalecen los sistemas productivos familiares, además de contribuir al mantenimiento de las funciones ecosistémicas a partir de la promoción de la presencia de estos insectos nativos polinizadores”, destaca la investigadora.  

Soberanía alimentaria y conservación

Desde la etnobiología, los investigadores navegan entre los marcos teóricos de la biología y la antropología para estudiar los usos y el manejo que los distintos grupos humanos hacen de los recursos de la naturaleza. El abordaje pone en primer plano al vínculo que se establece entre la persona y el recurso, analizando tanto el uso como la manera en la que se adquiere y transmite el conocimiento. 

La valorización de la meliponicultura en cada una de las regiones del país en las que están presentes las abejas sin aguijón será un modo de fortalecer la soberanía alimentaria, que es el derecho que tienen los pueblos a elegir qué producir y consumir. “Cuando hablamos de sistemas productivos locales nos referimos a aquellos que están vinculados a recursos silvestres o a aquellos naturalizados que han sido incorporados al acervo cultural local, es decir a recursos  que se renuevan de manera natural. Esto es fundamental para generar identidad, además de aportar a la economía familiar”, explica Hilgert, al tiempo que aclara que la producción de miel de yateí no debe ser vista como una oportunidad de enriquecimiento de los productores o una alternativa de explotación a escala masiva.

“La lógica industrial, aplicada a sistemas productivos diversificados de mediana o pequeña envergadura, generalmente no se lleva bien con la conservación. Lo que buscamos es hacer un aporte a través del uso”, advierte la investigadora. Una posible estrategia para lograr este fin será la recuperación de fragmentos de bosques nativos que están empobrecidos en terrenos privados. “Los dueños de las chacras verán que es una buena alternativa volver a plantar especies nativas porque son usadas por las yateí para hacer miel. Esto no sólo les permitiría generar productos únicos, sino que también le dará valor a esos remanentes que, a su vez, serán de ayuda para la recuperación de la biodiversidad”, agrega. 

Colmenas en riesgo

Por múltiples causas vinculadas con deterioro del ambiente, las abejas de la especie Apis mellifera están en declive, con casos de mortandad masiva en los nidos y escasez de producción de miel en muchos países del mundo. Aunque en Argentina aún no se registra este fenómeno, la posibilidad de que las colmenas locales sean afectadas está motivando el interés de los apicultores en el uso de abejas nativas. 

Los trabajos de los etnobiólogos señalan que el conocimiento acerca de las meliponas se está fragmentando. “En las comunidades, encontramos gente mayor que sabe cuáles son las meliponas que producen remedios y para qué usarlos en muchas recetas diferentes, pero ya no van al campo. Por otro lado, están los jóvenes que saben dónde están las abejas y cómo cosecharlas, pero no saben exactamente cómo se llaman. Eso significa que estamos ante el riesgo de que se pierda la información. A esto hay que sumarle que las poblaciones de algunas especies están mermando debido a las modificaciones en el ambiente”, explica Hilgert, quien confía que la incorporación de la miel de yateí al código alimentario genere un impulso comercial que se traduzca en un interés renovado por todo el elenco de meliponas. 

Publicada en CONICET

Secuenciaron el genoma del maní y comprobaron que su “madre” es de Argentina

Secuenciaron el genoma del maní y comprobaron que su “madre” es de Argentina

El estudio sobre Arachis hypogaea, una de las especies comerciales más cultivadas en el mundo, fue publicado en Nature Genetics y comprueba que una de las poblaciones que le dio origen se encuenta en la provincia de Salta.

Un grupo de científicos secuenció el genoma de Arachis hypogaea, una de las especies de maní más cultivadas del mundo. El estudio, que contó con la participación de investigadores del CONICET que se desempeñan en el Instituto de Botánica del Nordeste (IBONE, CONICET-UNNE) y fue publicado hoy en la revista Nature Genetics, demuestra que esta popular leguminosa surgió a partir de la hibridación de dos poblaciones originarias de Sudamérica y que una de ellas es de Argentina.

El trabajo involucró a investigadores de los Estados Unidos, Argentina, China, India, Japón y Francia; y utilizó diversas tecnologías de secuenciación para obtener la información completa del genoma, con una calidad sin precedentes. Además, el proceso permitió revelar los mecanismos genéticos que han hecho que el maní sea tan diverso y pueda presentar diferentes características en los hábitos de crecimiento de las plantas, el color de las flores, el tamaño y la forma de las semillas.

Este estudio se convertirá en el marco de referencia para futuras investigaciones acerca de la biología de la especie. “La secuenciación del genoma nos permite investigar la  arquitectura genética del maní. Tenemos el catálogo de los genes en su contexto cromosómico, lo que tiene un enorme potencial para el desarrollo de proyectos de mejoramiento genético que permitan, por ejemplo, obtener variedades tolerantes a distintas enfermedades, a la sequía o con mejor proporción de ácidos grasos”, destaca uno de los autores del trabajo, el investigador principal del CONICET en el IBONE y de la Facultad de Ciencias Exactas, Naturales y Agrimensura (FACENA) de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE), Guillermo Seijo.

La secuenciación de múltiples razas antiguas y de materiales silvestres permitió identificar que el parental materno del maní es originario de la región del NOA, más precisamente de la provincia de Salta. “Los resultados determinaron que se originó en un evento único de hibridación y duplicación cromosómica que se remonta a unos 10 mil años, generando un alotetraploide silvestre semejante al actual Arachis monticola que se encuentra en las provincias de Jujuy y Salta, que posteriormente fue domesticado y dio origen a Arachis hypogaea”, explica otro de los autores del paper, el investigador asistente del CONICET en el IBONE, Sebastián Samoluk.

Para este trabajo, se tomaron como referencia dos estudios realizados por investigadores del IBONE en 2004 y 2012. En el primero, se establecieron las especies silvestres que actuaron como progenitores del maní: Arachis ipaensis y Arachis duranensis. En el segundo, se propusieron las poblaciones más similares que habrían intervenido en el origen del cultivo.

La secuenciación de los genomas de las dos especies silvestres consideradas parentales -también publicada en Nature Genetics en 2016- comprobó que el subgenoma “B”, proviene del donante paterno Arachis ipaensis, correspondiente a una pequeña población relictual del sur de Bolivia, que habría sido transportada desde el norte de ese país por los antiguos pobladores, durante la prehistoria. Sin embargo, esa investigación no había logrado determinar cuál fue la que habría actuado como donante materno del subgenoma “A”.

Este nuevo estudio sobre el genoma del maní cultivado y su comparación reveló que la población de Arachis duranensis que vive en la localidad salteña de Río Seco es, entre los representantes modernos de la especie, la que presenta mayores probabilidades de haber actuado como donante del subgenoma “A”.

En total, para este trabajo se analizaron más de 200 variedades de maní de todo el mundo y decenas de poblaciones silvestres. Los investigadores utilizaron las últimas tecnologías para producir una secuencia que consiste en más de dos mil quinientos millones de pares de bases de ADN dispuestos en veinte pares de cromosomas, que incluyen diez pares de cada una de las especies ancestrales.

A través de este proceso, los investigadores pudieron explicar cómo fue posible que el maní haya desarrollado una diversidad tan amplia en tan poco tiempo, con múltiples variaciones respecto a la forma y el tamaño de sus semillas, al color de sus flores, a la morfología de las plantas y a la composición química. Según concluyeron, el intercambio de ADN entre los genomas ancestrales y la eliminación de algunas regiones genómicas, habrían acelerado la generación de la variabilidad.

“Lo más sorprendente de este estudio es que los subgenomas ‘A’ y ‘B’ han interactuado significativamente, recombinando e intercambiando fragmentos de uno a otro. Este fenómeno tiene consecuencias genéticas fenomenales porque ha actuado como un generador de variabilidad, favoreciendo la domesticación del maní y su adaptación a diferentes agroecosistemas, a tal punto que hoy en día tenemos dos subespecies, seis  variedades botánicas y cientos de razas locales”, resalta Seijo.

Nuevo hito para el IBONE

La participación de investigadores del IBONE en la secuenciación del genoma del maní marca un nuevo hito en la historia del estudio de esta especie. El primero fue la publicación de la monografía que incluyó a todas las especies del género Arachis, cuyo autor principal fue uno de los pioneros de la actividad científica vinculada al CONICET en el NEA y fundador de IBONE, Antonio Krapovickas.

Ese estudio reúne el trabajo de más de 40 años de colección y caracterización de materiales botánicos de la especie y permitió la creación de los bancos de germoplasma -que son colecciones de materiales vivos y esporas-, que se encuentran en el IBONE, en la Estación Experimental Agropecuaria Manfredi del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), en el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (United States Department of Agriculture, USDA) y en el Instituto Internacional de Investigación de Cultivos para los Trópicos Semiáridos de India (International Crops Research Institute for the Semi-Arid Tropics, ICRISAT).

“Haber participado de la secuenciación del genoma del maní nos mantiene posicionados internacionalmente y nos permite dimensionar la importancia que tiene el trabajo que hacemos desde esta región del país. Es un orgullo y a la vez un desafío, porque ahora contamos con las herramientas genómicas para el desarrollo más eficiente de nuevas variedades que atiendan las demandas de los productores, de la industria y de los consumidores”, concluye Seijo.

Publicada en CONICET
https://www.conicet.gov.ar/investigadores-del-conicet-participaron-de-la-secuenciacion-del-genoma-del-mani/

Nuevas alternativas para tratar el Chagas

Nuevas alternativas para tratar el Chagas

En un laboratorio del Chaco, científicos usan micro y nanotecnología para optimizar la eficacia del benznidazol —la principal droga para tratar la enfermedad transmitida por las vinchucas— y diseñar preparaciones farmacéuticas aptas para ser administradas en niños.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) califica como desatendidas u olvidadas a un grupo de enfermedades “que reciben poca atención y se ven postergadas en las prioridades de la salud pública porque los afectados carecen de influencia política”. Entre ellas se encuentra la tripanosomiasis americana o Chagas, una afección causada por el parásito Trypanosoma cruzi que afecta a más de 6 millones de personas y para la cual no existen vacunas.

América Latina es la región con la mayor cantidad de casos y se estima que sólo en Argentina hay más de un millón y medio de habitantes que viven con esta enfermedad, que se transmite principalmente por la picadura de vinchucas. Para aportar a su abordaje y mejorar los pocos tratamientos disponibles, un grupo de investigadores del CONICET en la Universidad Nacional del Chaco Austral (UNCAUS) y en el Instituto de Química Rosario (IQUIR, CONICET – UNR), está desarrollando métodos para mejorar las características del benznidazol, el principal fármaco indicado en el tratamiento de los pacientes.

El proceso, que podría ser fácilmente escalado a nivel industrial a bajo costo, consiste en encapsular el principio activo en nano y micropartículas poliméricas, a fin de que pueda ser absorbido de manera más eficaz en el organismo. En un reciente trabajo que fue publicado en la revista Colloids and Surfaces B: Biointerfaces, los investigadores reportaron un aumento significativo de la eficiencia de disolución mediante la utilización de estas técnicas en ensayos in vitro.

Junto con el nifurtimox, el benznidazol es uno de los únicos fármacos disponibles para tratar la enfermedad de Chagas, pero presenta varias limitaciones. Una de ellas es su baja solubilidad en agua, lo que dificulta su absorción a nivel gastrointestinal. Además, está disponible únicamente en comprimidos, una presentación que no es adecuada para la administración en pacientes pediátricos, que representan un alto porcentaje de los índices debido a que la enfermedad puede ser transmitida por vía congénita.

“Apuntamos a desarrollar una formulación farmacéutica en polvo, que contenga benznidazol para suspensión extemporánea de administración oral. Esto sería una gran herramienta para el tratamiento de neonatos y niños pequeños, que tienen dificultad en la deglución”, explica la investigadora asistente del CONICET en la UNCAUS, Katia Seremeta. Para medicar a un niño con Chagas, el procedimiento que generalmente se sigue en los centros de salud consiste en fraccionar o triturar los comprimidos y dispersar las partes en agua, pero esta metodología -explica la doctora en Farmacia y Bioquímica-, puede llevar a errores de dosificación.

Para reemplazar esta práctica, los investigadores están encapsulando el principio activo en nanopartículas, aplicando la técnica de nanoprecipitación o método de desplazamiento del solvente. “Generamos gotas muy pequeñas de solvente orgánico que contienen tanto al polímero como al fármaco, y que luego se someten a procesos de evaporación, congelación y liofilización, permitiendo la obtención de un polvo seco”, explica.

Para las micropartículas, en tanto, utilizan el método de secado por pulverización o spray-drying. “Esta técnica consiste en atomizar una suspensión acuosa o hidroalcohólica del fármaco y el polímero en una cámara donde circula una corriente de aire caliente que permite el secado de las gotas y la posterior recolección de las partículas”, detalla la investigadora y destaca que una de las principales ventajas de este método es que “consiste en una sola etapa, es fácilmente escalable y de bajo costo”.

Durante las pruebas in vitro que realizaron y que están descriptas en el trabajo publicado recientemente, se comprobó que aumentó significativamente la eficiencia de disolución del fármaco encapsulado tanto en las nanopartículas obtenidas por nanoprecipitación como en las micropartículas obtenidas por spray-drying. Actualmente, se están realizando ensayos en animales de laboratorio, a través de colaboraciones con otros grupos de investigación, para determinar la biodisponibilidad y la actividad tripanocida.

Una revolución farmacéutica

La micro y la nanotecnología revolucionaron la industria farmacéutica y actualmente ya se comercializan diversos productos desarrollados mediante estas herramientas. Durante sus estudios de doctorado en el Instituto de Nanobiotecnología (NANOBIOTEC, CONICET – UBA), Katia Seremeta trabajó en la micro y nanoencapsulación de antirretrovirales para el tratamiento del VIH y, con esa experiencia, decidió volver a su provincia natal para hacer su aporte a una problemática local.

“Nuestro objetivo como investigadores es generar conocimiento para optimizar la farmacoterapia de una enfermedad que afecta tanto al Chaco como a otras provincias del país. Buscamos que nuestro trabajo pueda generar un impacto positivo en la salud pública”, finaliza.

Publicado en CONICET

Cómo la pérdida de bosques nativos afecta a los gatos silvestres

Cómo la pérdida de bosques nativos afecta a los gatos silvestres

Nuevos estudios sobre pequeños y medianos felinos en Argentina permitieron identificar de qué manera influyen las transformaciones del paisaje. El ocelote es la especie más sensible.

Nuevos estudios de investigadores del CONICET aportaron evidencia acerca de cómo la pérdida y la transformación del bosque nativo en la provincia de Misiones afecta a pequeños y medianos felinos y provoca cambios en sus hábitos. El análisis, que se centró en cuatro especies, comprobó que el ocelote (Leopardus pardalisun animal mediano que le sigue en tamaño al yaguareté y al puma, es el más sensible a las modificaciones en el paisaje.

Uno de los trabajos fue publicado recientemente en la revista Biotrópica y demuestra que la conversión del ambiente genera hábitats de distinta calidad, que influyen en la persistencia de las especies. Los autores señalan que, para disminuir el impacto en la zona, es necesario mantener y conservar fragmentos de bosque en las propiedades dedicadas a actividades forestales o agropecuarias, ya que solamente cerca del 30% de la provincia posee áreas óptimas para que habiten estos felinos.

A diferencia del yaguareté, el puma y el ocelote que necesitan grandes superficies para vivir, los pequeños felinos pueden habitar fragmentos más acotados de bosque nativo, aunque estén rodeados de tierras con usos productivos. Sin embargo, los resultados que obtuvieron los investigadores del Instituto de Biología Subtropical (IBS, CONICET – UNaM) después de analizar más de 800 registros de estas especies, indican que desaparecen en las zonas donde hay mayor intervención humana.

“Analizamos el efecto de la pérdida y transformación del bosque nativo a distintas escalas en cuatro especies de gatos silvestres: el yaguarundi (Herpailurus yagouaroundi), el margay(Leopardus wiedii), el tirica (Leopardus guttulus) y el ocelote”, explica la primera autora de trabajo, la becaria postdoctoral del CONICET en el nodo Iguazú del IBS, Paula Cruz. “Cuando tenemos en cuenta la variedad de niveles de impacto humano en la provincia de Misiones, vemos que los felinos son afectados principalmente por la pérdida del bosque nativo. Pero cuando comparamos el estado de las poblaciones entre los ambientes de bosque nativo bien conservado y los ambientes de bosque medianamente degradados vemos que toman relevancia las interacciones de competencia entre las especies”, agrega.

En un artículo anterior, publicado hace pocos meses en la revista Plos One, se indica que la especie más afectada es el ocelote, ya que habita principalmente en los bosques continuos o en las áreas protegidas y no se lo registra en zonas de mayor intervención humana. Por otro lado, se observa que el tirica, el felino más pequeño de Misiones, habita en fragmentos de bosque donde el ocelote no está presente.

“Los resultados obtenidos sugieren que el tirica evita al ocelote. Esto podría darse porque estas especies pueden competir por los recursos, como por ejemplo las presas. Nuestros resultados sugieren que el ocelote es la especie dominante en este gremio de gatos pequeños y reprime las poblaciones de las tres especies de gatos más chicos. Pero al ser más sensible a los cambios del paisaje, las cuatro pueden coexistir, siempre que haya una buena cobertura de selva, que es el requisito esencial de las cuatro especies”, señala Paula Cruz

Otra de las situaciones que advirtieron tiene que ver con los horarios del tirica, un felino que puede estar activo tanto durante el día como por la noche. “Notamos que modifica sus hábitos de acuerdo a la acción humana: en lugares más cercanos a áreas rurales o asentamientos, son más nocturnos. Disminuyen su actividad diurna para evitar a los humanos”, indica la bióloga, que desarrolló estos trabajos como parte de su tesis doctoral.

Los resultados obtenidos sugieren que, si bien las especies más pequeñas que el ocelote tienen una tolerancia más alta al impacto humano, la supervivencia de todos los felinos silvestres de la selva misionera o Bosque Atlántico -incluso del yaguareté y del puma- está estrechamente supeditada a la protección de los remanentes de bosques nativos. Los investigadores sugieren que, además de las estrategias de conservación clásicas como la creación de grandes áreas protegidas a través de parques nacionales o provinciales, también es necesario un cuidadoso planeamiento y manejo de los usos de la tierra para actividades productivas.

“Una de las principales conclusiones que obtuvimos durante estos estudios es que, además de mantener las áreas protegidas que existen Misiones, es necesario promover el uso responsable y la protección de los fragmentos de bosque nativo que quedan en chacras y otras propiedades privadas, ya que tienen un papel muy importante para la supervivencia de estos felinos y otras especies de la selva misionera”, concluye Paula Cruz.

Publicado en CONICET

Antídotos más efectivos para envenenamientos por serpientes

Antídotos más efectivos para envenenamientos por serpientes

Para la Organización Mundial de la Salud (OMS), una de las enfermedades tropicales desatendidas más prioritarias es el envenenamiento provocado por las mordeduras de serpientes. Los registros epidemiológicos indican que en Argentina ocurren unos 400 accidentes ofídicos por año, que pueden causar distintos tipos de parálisis, amputaciones y hasta la muerte.

La administración de suero antiofídico, un material que se obtiene de animales inmunizados con proteínas específicas presentes en los venenos de cada especie, es el único tratamiento recomendado para neutralizar la acción letal de estos reptiles. En Corrientes, un investigador del CONICET en el Instituto de Química Básica y Aplicada del Nordeste Argentino (IQUIBA – NEA, CONICET – UNNE), está desarrollando técnicas para mejorar la efectividad de estos productos, a través de procedimientos más rápidos, económicos y seguros.

Hace más de 15 años, el Laboratorio de Investigación en Proteínas de la Facultad de Ciencias Exactas, Naturales y de Agrimensura (FACENA) de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE) realiza estudios para evaluar diferentes efectos farmacológicos y mecanismos de acción. Tomando como base los trabajos realizados por este grupo para la caracterización del veneno de una especie de cascabel (Crotalus durissus terrificus), el investigador asistente del CONICET en el IQUIBA – NEA, Luciano Fusco, desarrolló un plan de inmunización alternativo para la producción de antiveneno.

“En mi tesis doctoral, propusimos un protocolo para producir un suero específico con mejores capacidades neutralizantes, que permita obtener el efecto deseado con una menor cantidad antídoto. Además, todo el diseño del proceso tiene en cuenta el cuidado de los animales productores, ya que establece procedimientos menos lesivos que evitan su sufrimiento, ajustándose a normas internacionales”, explica el investigador,

Desde hace más de un siglo, la producción de suero antiofídico se realiza principalmente a través de caballos. El procedimiento consiste en extraer el veneno de la serpiente, procesarlo e inocularlo -en pequeñas y sucesivas cantidades no letales- en el equino, durante varios meses.

En ese período, el caballo genera anticuerpos específicos que son capaces de bloquear las toxinas y que, luego de ser extraídos, se convierten en el componente principal del suero antiofídico que se utiliza para tratar casos de envenenamiento por mordeduras, tanto en humanos como en otros animales intoxicados. En el plan inmunización experimental desarrollado en conejos por el equipo que integra Fusco, se propone evitar la inoculación del veneno entero y reemplazarlo por toxinas purificadas, reduciendo la toxicidad y los efectos negativos.   

En la línea que desarrolla actualmente, el investigador busca utilizar nuevas sustancias adyuvantes que potencien la respuesta inmune y que minimicen las lesiones en animales productores. Esta nueva composición podría ser utilizada para antídotos de distintas especies de serpientes.

En esta etapa, el grupo del IQUIBA – NEA está trabajando con investigadores del CONICET en el Centro de Investigación en Bioquímica Clínica e Inmunología (CIBICI, CONICET – UNC)y la Unidad de Investigación y Desarrollo en Tecnología Farmacéutica (UNITEFA, CONICET – UNC), que están desarrollando nuevos adyuvantes que podrían introducir notables mejoras en la producción de antivenenos.

Un antídoto para cada región

La distribución de serpientes es muy amplia en todo el continente americano y en Argentina se concentra en las provincias del norte. Además de la cascabel, la yarará (Bothrops) y la coral (Micrurus) son las otras especies de interés médico, por su capacidad de producir envenenamientos.

La producción y la distribución de los antídotos para el tratamiento de estos casos está centralizada a través de la Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud “Dr. Carlos G. Malbrán”. Desde allí, se garantiza que la red de centros de referencia en todo el país cuenten con los sueros antiofídicos indicados para cada especie, que son producidos teniendo en cuenta las características y particularidades de los venenos de las serpientes de la región.

En el caso de Corrientes, se trabaja con el Centro de Producción de Suero Antiofídico (CEPSAN) del Ministerio de Producción de la Provincia, que se encuentra en la localidad de Paso de la Patria y provee los venenos para las investigaciones que se desarrollan en el IQUIBA – NEA.

“Los resultados que obtuvimos y los proyectos que estamos desarrollando para producir mejores antídotos, son posibles gracias a un gran volumen de investigación básica que se realizó durante más de una década en Corrientes. Todo este conocimiento, al ser transferido, tendrá una aplicación directa en el sistema de salud pública y beneficiará a toda la sociedad”, finaliza el investigador.

Publicado en CONICET

Esclavos afrodescendientes en Argentina: el caso de Corrientes

Esclavos afrodescendientes en Argentina: el caso de Corrientes

La construcción de Argentina como una sociedad compuesta únicamente por blancos, a partir de la inmigración europea, es refutada a través de los estudios historiográficos sobre afrodescendientes y sectores subalternos. La mayoría de estos trabajos, que visibilizan la importancia de estos grupos en el entramado social, están referidos a los centros urbanos coloniales más importantes -como Buenos Aires, Santiago de Chile o Montevideo- , pero en los últimos años empezaron a surgir nuevas investigaciones sobre ciudades periféricas.

En ese contexto se inscribe el trabajo de la becaria del CONICET y de la Universidad Nacional del Nordeste en el Instituto de Investigaciones Geohistóricas (IIGHI, CONICET-UNNE), Fátima Valenzuela. En su tesis doctoral, reconstruyó la experiencia esclavista en Corrientes en el período postcolonial y expuso, por primera vez, cuáles fueron las particularidades de los vínculos mantenidos por población africana en esta región del país.

La exploración de archivos históricos locales -que incluyó documentos notariales, actas de bautismo y matrimonio, certificados de defunción, testamentos, expedientes judiciales, censos, entre otros-, permitió identificar de qué manera vivían los esclavos y cómo alcanzaron su libertad. Los resultados de estos relevamientos, junto con los materiales aportados por trabajos historiográficos previos, demostraron que -a diferencia de lo que ocurría en otras ciudades-, la mayoría de los afrodescendientes que vivían en Corrientes estaban sometidos a una esclavitud doméstica.

“Corrientes era una sociedad con muy pocos esclavos, que tenían una relación muy cercana con sus amos. Eso posibilitaba ciertas formas de convivencia y un acceso a la libertad diferente al que se daba en otros centros urbanos estudiados por la historiografía en estos últimos años”, explica Valenzuela, quien centró su investigación entre los años 1750 y 1850, un período clave en la construcción de los estados provinciales.

En las primeras décadas del Siglo XIX, la ciudad de Corrientes tenía una población aproximada de entre 25 y 30 mil habitantes, de los cuales el 10 por ciento estaba esclavizado. Entre ellos,  apenas el 3 por ciento provenía de África -de países como Angola o Guinea-, mientras que el resto había nacido en regiones más cercanas, como el por entonces Imperio de Brasil o Paraguay.

Por el tipo de esclavitud a la que estaban sometidos los afrodescendientes en Corrientes, el camino hacia la libertad fue distinto al de los que estaban en otros centros urbanos. “En Buenos Aires, por ejemplo, la esclavitud era estipendiaria:los sujetos podían acceder a algunos espacios en los que trabajaban, juntaba su pecunio. Con ese dinero, a largo plazo tenían la posibilidad de comprar su libertad”, detalla la becaria.

Pese a esa dificultad, los archivos revelan que el 90% de la población estudiada alcanzó la libertad a través de la manumisión, un acto jurídico que realizaban los amos. “Esta libertad era implícita. No se trataba de un mero gesto de bondad por parte de los amos y en realidad significaba nuevos horizontes de dominación y sujeción. Por ejemplo, se le concedían tierras o herramientas de labranza que generaban nuevas condiciones laborales y socioeconómicas post esclavitud”, indica la historiadora.

Aunque podría considerarse que la esclavitud constituía un fenómeno secundario dentro de la formación social de Corrientes, las actividades económicas diversas en el espacio de la ciudad y de la campaña daban cuenta de la utilización de la población esclavizada, pese a su reducido número y elevado costo. Por esa razón, señala la becaria en su trabajo, la elite correntina buscó controlar a los hijos de esclavas.

Este estudio sobre Corrientes, destaca Valenzuela, sienta las bases historiográficas para otras investigaciones de casos atípicos de esclavitud que ocurrieron en Argentina.

Publicado en CONICET

Una misma especie para los gliptodontes sudamericanos

Una misma especie para los gliptodontes sudamericanos

En una reciente revisión, paleontólogos argentinos comprobaron que los gliptodontes que habitaron la región del sur de Sudamérica hace más de 10 mil años, durante el Pleistoceno tardío, pertenecían a una misma especie: Glyptodon reticulatus. El trabajo, publicado esta semana en el Journal of Vertebrate Paleontology, implica una redefinición de la diversidad de estos grandes mamíferos en el continente, que fue considerada mucho más amplia en relevamientos científicos previos.

El análisis incluyó registros fósiles del género que se encuentran en museos de Bolivia, Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay. Este minucioso estudio permitió que los paleontólogos verificaran una hipótesis que se barajaba hace varios años, que estimaba que muchos de los ejemplares que habían sido atribuidos a otras especies pertenecen a animales juveniles.

Las conclusiones que fueron presentadas en este artículo demandaron varios años de revisiones sistemáticas y forman parte de un trabajo acerca de los taxones australes de los gliptodontes y su dispersión, que está siendo realizado por el becario doctoral del Centro de Ecología Aplicada del Litoral (CECOAL, CONICET-UNNE), Francisco Cuadelli. “Desde 2015 estamos recopilando el material, estandarizando muestras y estableciendo comparaciones que nos permitieron comprobar que el Glyptodon reticulatus era el más abundante en la región y que muchos de los restos fósiles que fueron atribuídos a otras especies, como Glyptodon asper o Glyptodon clavipes, en realidad corresponden a ejemplares juveniles de la entidad dominante”, explica el paleontólogo, que trabajó en conjunto con investigadores de su misma institución en Corrientes, así como también con especialistas de la provincia de Buenos Aires y de Uruguay.

Para conseguir suficiente evidencia acerca del vínculo entre los registros, los investigadores aplicaron índices de similaridad, que reveló que las características de los materiales hallados, por ejemplo, en Córdoba, eran las mismas que los de Buenos Aires y los de Bolivia.

La coexistencia de distintas especies de gliptodontes era un hecho que llamaba la atención de los paleontólologos y esa inquietud fue el estímulo que dio inicio a esta línea de investigación. “Desde el punto de vista ecológico, es muy difícil que los animales de gran tamaño -que requieren una enorme cantidad de recursos espaciales y energéticos- evolucionen lo suficiente como para diferenciarse en tantas especies en simultáneo. La confirmación que se obtuvo con este estudio cambia radicalmente el panorama que teníamos respecto a la diversidad y estamos en condiciones de afirmar que en los últimos 70 mil años, hubo una sola especie de Glyptodon (Glyptodon reticulatus) en el sur del continente”, señala el investigador independiente del CONICET en el CECOAL, Alfredo Zurita, quien estudia este grupo de mamíferos hace más de 15 años y es otro de los autores del trabajo.

Respecto a las causas que llevaron a que se adjudiquen ejemplares de Glyptodon reticulatus a otras especies, Zurita explica que tienen que ver con que es muy frecuente la aparición de registros de ejemplares juveniles. “Ahora sabemos que estos gliptodontes más jóvenes tienen características diferentes a las de los adultos, pero que pertenecen a la misma especie”, señala.

Otra de las razones tiene que ver con las corazas, que son los restos fósiles más abundantes de estos animales. El patrón de ornamentación de las placas presenta muchos cambios en los distintos sectores de un mismo ejemplar, lo que llevó a que en el pasado se vinculen estas variaciones con distintas especies.

“Todo lo que se ha asignado al Glyptodon clavipes tiene que ver con corazas, pero ha quedado demostrado que no es evidencia suficiente”, señala Cuadrelli. Al mismo tiempo, aclara que esta revisión no da de baja a esa especie, sino que demuestra cómo muchos de los ejemplares que se le atribuyeron son, en realidad, juveniles de Glyptodon reticulatus.

Estos cambios en las clasificaciones en la diversidad de animales prehistóricos son frecuentes en el campo de la paleontología en los últimos años y también hubo casos similares en dinosaurios. Uno de ellos fue el del Nanotyrannus lancensis, que se diferenciaba del Tyrannosaurus rex por ser de un tamaño más pequeño y presentar un número diferente de dientes, pero que actualmente es reconocido como parte de la misma especie.

Animales únicos

Los gliptodontes fueron uno de los animales cuaternarios más emblemáticos de Sudamérica y pertenecen a los xenartros, un grupo de mamíferos endémicos de Sudamérica. Sin embargo, durante la formación del istmo de Panamá, lograron llegar hasta América del Norte.

Su extinción ocurrió hace unos 9 mil años, en el límite entre el Pleistoceno y el Holoceno, cuando desapareció toda la megafauna compuesta por mastodontes, perezosos y toxodontes. El estrés ecológico que sufrían las poblaciones por la alternancia de ciclos glaciales e interglaciales, sumada a la presión que ejerció la llegada de los humanos y sus hábitos de cacería, habrían sido los factores que contribuyeron a su desaparición.

En la fauna que habita el planeta en la actualidad, no existen animales similares a los gliptodones, que podían llegar a pesar más de una tonelada. “Tienen características que no se ven en ningún otro mamífero, como la coraza que los cubría, que no estaba articulada y era completamente inamovible. Su biología era extraña y eso los vuelve fascinantes para la paleontología. Todavía nos queda mucho por descubrir acerca de estos animales”, asegura Cuadrelli.

Otra de las conclusiones a la que llegaron los paleontólogos en este reciente trabajo es que no sólo la diversidad del género es muy baja, sino que también su evolución morfológica fue muy lenta. “Si comparamos los registros de Glyptodon reticulatus con los de Glyptodon munizi, que vivieron en un período previo, vemos que tienen muchas similitudes, pese a que tienen casi un millón de años de diferencia”, señala Zurita.

Publicado en CONICET

El tordo amarillo, el pájaro que necesita guardianes para seguir volando

El tordo amarillo, el pájaro que necesita guardianes para seguir volando

Apenas 600 ejemplares del tordo amarillo, una pequeña y vistosa ave que habita en pastizales cercanos al agua, quedan en Argentina. La especie también se encuentra en otros países de Sudamérica, pero todas sus poblaciones están diezmadas y cada vez es menos frecuente verla en paisajes en los que abundaba décadas atrás.

Para evitar que desaparezcan las colonias remanentes, en las provincias de Corrientes y Entre Ríos -las únicas en las que sobrevive este pájaro- se está ejecutando una campaña de rescate, coordinada por investigadores del CONICET, de la que también participan ambientalistas, aficionados y técnicos de organismos estatales. Desde hace tres años, se convirtieron en los guardianes del tordo amarillo y cada temporada acampan durante más de dos meses en sus sitios de reproducción para proteger sus nidos y conocer más acerca de sus hábitos.

La alianza para custodiar a los tordos amarillos en Argentina comenzó a gestarse en 2014 y uno de sus impulsores fue el investigador adjunto del CONICET en el Centro de Ecología Aplicada del Litoral (CECOAL, CONICET – UNNE), Adrián Di Giacomo. “El proyecto busca no sólo cuidar y preservar las poblaciones que quedan, sino que también apunta a obtener más datos acerca de cómo viven y cómo se reproducen estos pájaros, que décadas atrás eran muy abundantes en toda la región mesopotámica, pero que ahora se ven con muy poca frecuencia”, detalla.

Después de tres años de campañas, en las que los grupos se adentraron en terrenos donde identificaron colonias y acamparon durante meses para acompañar de cerca el período reproductivo de las aves, el proyecto comenzó a obtener buenos resultados. Sin embargo, advierten que será necesario mantener estos manejos intensivos al menos durante una década, a fin de lograr un aumento significativo en las poblaciones y una recopilación adecuada de datos que permitan para conocer la dinámica de la especie.

Una especie vulnerable

Desde el año 2000, el tordo amarillo está considerado como una especie en estado vulnerable, según la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN). En 2004, un decreto provincial lo declaró Monumento Natural de Entre Ríos, basándose en los argumentos expuestos por diversos trabajos científicos: quedan pocas poblaciones, son pequeñas, están fragmentadas y decrecen rápidamente, debido a diversas amenazadas directas e indirectas.

Una de las principales causas que afectaron a estas aves es la pérdida de su hábitat. “Son pájaros típico de pastizales y muchas de las zonas en las que se encontraban esos ecosistemas ahora están ocupadas por arroceras, por plantaciones de especies forestales o por campos destinados a la ganadería”, señala Di Giácomo, quien se radicó hace más de una década en Corrientes para montar un Laboratorio de Biología de la Conservación en el CECOAL.

En Argentina no existe ningún área protegida que cuente con las características necesarias para la supervivencia del tordo amarillo. Sin embargo, hace algunos meses se avistó una gran bandada sobrevolando los Esteros del Iberá, una zona que -de aprobarse un proyecto de ley que ya cuenta con media sanción en congreso argentino-, será próximamente declarada Parque Nacional.

Además de la degradación de su ambiente, el tordo amarillo también está expuesto a la depredación por parte de otras especies, incluso de algunas muy similares, como el tordo renegrido. Esta ave tiene un ritmo de crecimiento más rápido, por lo que que parasita los nidos, monopoliza el alimento e impide el crecimiento de los pichones. También se han reportado casos de caza ilegal para la venta como ave de jaula.

Custodiando nidos en un campamento

Más de 80 personas han colaborado durante los tres años que lleva el proyecto. Aunque cuenta con distintas instancias que van desde el trabajo en laboratorio hasta las acciones de concientización, la tarea de los guardianes es clave para lograr que la reproducción sea exitosa en cada una de las colonias identificadas.

En cada temporada, que se extiende de octubre a diciembre, se realizan recorridas de más de 10 mil kilómetros en las provincias de Corrientes y Entre Ríos para detectar los puntos estratégicos a custodiar. Una vez identificados, los guardianes acampan durante varias semanas, instalan protecciones, colocan cámaras trampa y siguen de cerca lo que pasa en cada uno de los nidos.

Además de los investigadores y becarios del CONICET que coordinan esta iniciativa, también participan estudiantes de distintas universidades de la región, miembros de la asociación Aves Argentinas, Clubes de Observadores de Aves y técnicos de las direcciones de Recursos Naturales de los gobiernos de Corrientes y Entre Ríos. También se cuenta con apoyo de instituciones como la Administración de Parques Nacionales o la Entidad Nacional Yacyretá, que aportan recursos para distintas instancias.

Reclutar al equipo que participa de las tareas de campo y que se instala en los campamentos para cuidar a los tordos es una tarea que demanda varias semanas de preparativos. “Además de los participantes locales, en su mayoría estudiantes y aficionados, hemos tenido voluntarios de otros países, como España e Inglaterra, que conocieron la propuesta y se contactaron con nosotros para sumarse”, cuenta Di Giacomo.

“El trabajo en los campamentos es desafiante. Más allá de las cuestiones climáticas, como el calor extremo o las intensas lluvias que pueden ocurrir en esa época del año, en algunos puntos de Corrientes hubo casos de intentos de robo por parte de bandas de cuatreros (N. de R.: nombre con el que se denomina en la región a las personas que cometen el delito de abigeato o robo de ganado) y tuvimos que pedir asistencia de Gendarmería para que nos custodien”, señala otra de las integrantes del proyecto, la becaria doctoral del CONICET en el CECOAL, María Florencia Pucheta, quien está estudiando la conservación y el manejo de la especie para su tesis.

La diversidad de orígenes y formaciones de los participantes, asegura Di Giácomo, es una de las fortalezas del proyecto. “En una de estas campañas uno de los guardianes fue quien tuvo la idea de colocar un ‘corralito’ para proteger a los nidos durante la etapa de incubación en la cual las aves son muy sensibles a las molestias. Ese experimento dio muy buenos resultados y logró evitar la depredación en el 90% de los puntos en los que trabajamos, con lo cual fue adoptado como técnica de manejo”, destacó.

Pero el sistema de guardianes que se implementó con el tordo amarillo no es nuevo. De hecho, la experiencia está inspirada en un sistema de manejo intensivo que se aplicó en Santa Cruz con el macá tobiano, un ave zambullidora endémica de la Patagonia.

Al igual que en ese proyecto, los ejemplares que son localizados en cada una de las campañas son analizados minuciosamente y marcados con pequeños anillos de colores en sus patas, con el objetivo de determinar cómo evolucionan cada año. En estas tres campañas, hubo casos de aves registradas en Entre Ríos que aparecieron en otras ubicaciones geográficas, como Uruguay, lo que permite conocer más acerca de sus hábitos migratorios.

A futuro, otra de las instancias de esta iniciativa prevé el desarrollo de estudios genéticos, la incorporación de transmisores de telemetría para hacer seguimientos y el análisis de experiencias de cría en cautiverio, que permitan la reproducción de ejemplares en condiciones controladas para poder liberarlos después en su ambiente natural. “Somos un proyecto chico, pero estamos logrando un gran impacto en pocos años. Con más apoyo presupuestario y con la incorporación de más voluntarios, vamos a poder conseguir que vuelva a ser frecuente ver bandadas de cientos de tordos amarillos en los cielos mesopotámicos”, finaliza Di Giacomo.

Publicado en CONICET

Hallaron en Formosa un fósil de yaguareté de casi 10 mil años

Hallaron en Formosa un fósil de yaguareté de casi 10 mil años

Se trata uno de los primeros registros fósiles de la especie en el norte de Argentina y presenta un excelente estado de conservación. Paleontólogos del CONICET analizaron el material y los resultados fueron recientemente publicados en una revista científica de Alemania.

Un fósil de yaguareté (Panthera onca) de casi 10 mil años de antigüedad fue hallado en la provincia de Formosa. Se trata del uno de los primeros registros fósiles de esta especie en el norte de Argentina y presenta un excelente estado de conservación, según indicaron investigadores del CONICET que participaron de los estudios.

Los resultados de los análisis al material fueron publicados recientemente en un artículo en Neues Jahrbuch für Geologie und Paläontologie, una revista científica de Alemania. De acuerdo a las estimaciones del equipo de investigadores -compuesto por integrantes de Formosa, Corrientes y La Plata-; se trata de un ejemplar que vivió durante la transición entre el Pleistoceno tardío y el Holoceno temprano.

Los restos del yaguareté fueron descubiertos en una de las márgenes del río Bermejo, a la altura de la localidad de Villa Escolar en la provincia de Formosa, por un equipo del Museo Provincial de Ciencias Naturales , dirigido por el arqueólogo Juan Friedrichs. Después del hallazgo y la extracción del material, que ocurrió en el año 2015, se dio aviso a paleontólogos del Centro de Ecología Aplicada del Litoral (CECOAL, CONICET – UNNE) y de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata, quienes iniciaron los análisis para determinar la antigüedad y las características del animal.

“Desde un principio supimos que se trababa de un carnívoro, algo que aparece con muy poca frecuencia en estos yacimientos, en los que sí abundan los fósiles de animales herbívoros, por lo que se trataba de un hallazgo importante. Después de los primeros estudios, pudimos confirmar que se trataba de Panthera onca, una especie de la que no se tenía registro fósil en esta zona”, destaca la becaria doctoral del CONICET en el CECOAL, Cecilia Méndez, una de las autoras de la publicación.

El excelente estado de conservación del material –consistente en un cráneo junto con la mandíbula completamente articulada, el atlas y el húmero- es una de las principales características de este ejemplar fósil. “La paleofauna asociada y las dataciones realizadas, permitieron determinar que tiene una antigüedad de entre 9.500 y 10 mil años. Esto nos ubica entre el Pleistoceno tardío y el principio del Holoceno”, explica el investigador independiente del CONICET en el CECOAL, Alfredo Zurita.

“En este primer trabajo se realizó una presentación y una descripción del hallazgo, pero el equipo de investigadores tiene previsto avanzar con nuevos estudios de estas piezas, con el objetivo de conocer otros aspectos referidos a la especie, que cobra actualmente una particular relevancia por su crítico grado de conservación en el norte de Argentina. Cabe señalar que la publicación también incluye información referida a un análisis fitolítico de los sedimentos, que estuvo a cargo de la becaria postdoctoral del CONICET en el CECOAL, Silvina Contreras, que permiten conocer más acerca de las condiciones de ese entonces y lograr una descripción general del paleoambiente.

Los restos fósiles del yaguareté seguirán siendo estudiados por el equipo de paleontólogos, a través de distintas técnicas y herramientas. “Una de las grandes novedades con las que empezamos a trabajar recientemente son las tomografías computarizadas, algo que está siendo muy usado en nuestra disciplina a nivel mundial y que, por primera vez, se está realizando en esta zona del país mediante un convenio que estableció el CONICET con el Instituto de Cardiología de Corrientes. Esta cooperación entre instituciones científicas y otros organismos del estado abre nuevos campos para nuestros trabajos de investigación”, destacó Zurita.

“Este hallazgo es muy relevante para la región y muestra la gran riqueza paleontológica que tenemos en esta parte del país. Cuando se habla de fósiles, muchos lo asocian únicamente con los dinosaurios que vivieron en la zona de la Patagonia, pero nuestra disciplina es mucho más amplia y existe una enorme diversidad de especies a estudiar, como las que aparecen acá”, finalizó Cecilia Méndez, quien desarrolla en su tesis de doctorado estudios de tafonomía y bioestratigrafía de los vertebrados del Pleistoceno tardío en las dos principales Formaciones del Nordeste argentino: Toropí – Yupoí, en Corrientes y Río Bermejo, en Formosa.

Publicado en CONICET